¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando escuchas el término de adicción al sufrimiento? La mayoría de las personas lo relacionas con sustancias que dañan el cerebro y acaban con la vida. Sin embargo, hay adicciones de las que pocos hablan y lidiar con ellas se vuelve un infierno. Tal es el caso de aquellos que luchan todos los días para mantener una sonrisa en su rostro, pero basta con indagar para descubrir que están pasando la peor de las etapas. El sufrimiento también es adictivo.
¿Sabías que durante el día una persona produce al menos 60 mil pensamientos? Esto es muy fuerte, sobre todo, cuando no podemos ponerles un alto a los que resultan muy nocivos y nos llevan a imaginar escenarios tortuosos en los que el drama y la tragedia son la sustancia principal.
En definitiva, la imaginación no tiene límites, pero sí tiene mucho que ver con la historia de cada persona, es decir, sus vivencias, traumas no sanados, sus relaciones, el contexto en el que vive. Por lo regular, son personas que tienen episodios de ansiedad, estrés, angustia. Es tanto su temor que se pierden de la realidad.
¿Hay gente a la que le gusta sufrir?
El dolor, dicen que cuando lo experimentes lo más sano es no evadirlo, hay que darse la oportunidad de experimentar cada emoción, porque pocas veces se vive algo similar. Pero, ¿Qué pasa cuando el sufrimiento es parte de todos los días? Entonces, la persona asume que padecer todo lo que vive es su mejor opción. En primer lugar, quiero hacer hincapié en que existe una diferencia entre dolor y sufrimiento.
Por su parte, el dolor es algo que no se puede evitar, se presenta de manera repentina y por más que quieras tener el control la situación se te sale de las manos. Es una sensación que te hunde y al mismo tiempo te hiere. Sin embargo, es algo temporal. Contrario al sufrimiento, que se vuelve un desgaste para el sistema nervioso, porque está basado en la queja, tomar el rol de víctima y aceptar que la gente se compadezca por tu situación.
Lo preocupante, es cuando la persona decide que el sufrimiento es una buena opción para incluirlo en su día a día. Como experto en adicciones, he visto casos de personas que llevan su vida entera arrastrando un sufrimiento que sólo los vuelve inseguros. Se resignan a que no hay otra manera de vivir y en lugar de hacer un cambio para obtener resultados distintos, se aferran a su zona de confort.
La felicidad no es una opción
Lo cierto, es que aceptar el sufrimiento como estilo de vida es gravísimo, porque no es fácil salir del círculo vicioso sin ayuda profesional. Se vuelven expertos en arruinar cualquier momento de felicidad, por eso son tan críticos consigo mismos, incapaces de reconocer sus logros. Simplemente, se acostumbran a que la paz no puede ser parte de sus días. Por lo regular, un adicto al sufrimiento, padece con sus padres, sus hermanos, su pareja e incluso en el ámbito profesional, siempre hay algo que no le permite disfrutar lo bueno que la vida le ofrece.
Desde luego, el adicto necesita buscar situaciones y relaciones que mantengan su sufrimiento, por ello, para sus seres queridos les resulta muy complicado verlos en situaciones en las que exponen su salud mental, física y emocional, a un nivel alarmante. Es así, el dolor no se puede evitar, pero el sufrimiento ya es decisión de cada persona. Dejar ir los momentos y las personas que te dañan requiere paciencia, psicoterapia y constancia, es la única manera en la que se podrá volver a ver el sol.
No me quiero y por eso sufro
Lo entiendo, no es fácil que alguien llegue a tu vida y te diga que te hace falta muchísimo amor propio. Esto es lo que sucede con los adictos al sufrimiento, llevan toda una vida enfocando su energía en otros y olvidándose de sí mismos que ya se acostumbraron a recibir las migajas en todo lo que hacen. Un adicto al sufrimiento implica que la persona se sienta egoísta por elegirse primero, como si no tuviera derecho a satisfacer sus necesidades.
Aquí influye mucho la crianza de cada persona, en qué cree a nivel espiritual, qué le enseñaron en casa de pequeño, qué es lo que más le aterra de la sociedad. El adicto a sufrir rara vez entiende de razones, está tan hundido en su manera de ver la vida que buscará cualquier tipo de argumento para no salir de ahí. Por supuesto, eso es una clara señal de que por más determinación que muestre, no puede solo.
Seguramente, son muchas las veces en las que no has querido hacer nada, es decir, tu estado de ánimo por los suelos y tus pasatiempos en el olvido. Es normal hasta cierto punto experimentar altas y bajas, lo malo es cuando eso se vuelve crónico, como una enfermedad de por vida que no te deja apreciar todo lo bueno que hay a tu alrededor. Esa es la razón por la que es tan importante una red de apoyo en estos casos.
Tengo atención con mi sufrimiento
Como mencioné anteriormente, un adicto a sufrir no posee un nivel de autoestima elevado, por el contrario, le cuesta muchísimo reconocer que es una gran persona y que sus cualidades lo pueden llevar alcanzar el éxito. Eso no está en su día a día, se percibe como alguien fracasado y eso de alguna manera lo hace entrar en una dinámica muy triste e incluso denigrante, porque lo usa como herramienta para que el otro le dé la atención que nunca le han dado. En muchos casos se trata de un vacío emocional con el que ha lidiado durante muchos años.
Cómo salir de una adicción al sufrimiento
El primer paso es recurrir a ayuda profesional, si te has sentido identificado con este artículo puedes comunicarte con nuestro grupo de especialistas para que recibas la mejor de las guías cuanto antes. Sin embargo, si eres el ser querido de un adicto al sufrimiento y tu intención es ayudar, también te podemos asesorar.
Una vez que el adicto a sufrir asiste a terapia psicológica, se le brindan todas las herramientas para que reconozca que no es sano su estilo de vida y que hay muchísimas opciones que le pueden ayudar a realizar un cambio. Por supuesto, no es algo fácil, sería absurdo pensar en que de la noche a la mañana todo estará bien, cambiar los pensamientos es un trabajo muy duro, pero es posible sanar.
Los pensamientos no avisan, llegan como una llamarada y te cambian el estado de ánimo. No es normal que una persona esté enojada, irritable o triste, todo el tiempo, eso no es parte de la personalidad de un ser humano, sin embargo, hemos llegado a normalizarlo tanto que hay personas que pueden llegar al final de sus días después de haber sido adictos al sufrimiento toda su vida.
Si cambias el chip, cambia tu vida
Son 60 mil pensamientos al día, es decir, alrededor de 24 millones de pensamientos durante un año. Si no tienes el control de estos, tu vida se puede convertir en un calvario. Si te lo digo ahora quizás te parezca algo imposible, pero tus pensamientos negativos pueden cambiarse por los positivos. Es decir, aquellos que te hagan sentir animado y te motiven a recuperar tu verdadera esencia.
Ten en cuenta que se trata de una nueva batalla, vas a ganarle al sufrimiento y es por ello que conforme avances en tu tratamiento podrás determinar los momentos felices que has tenido, los que te conectan con tus seres amados y al mismo tiempo te hacen sentir valorado. Sólo para que te des una idea, para acabar con un minuto de negatividad, se necesitan al menos 10 minutos. Esto no será fácil, pero de la mano de un experto se volverá un poco más ameno.
Cabe destacar, que independientemente de que empleamos métodos generales para acabar con las adicciones, cada paciente es distinto. Esto significa que sólo tomamos en cuenta la base de las herramientas, pero hay que indagar de manera profunda en el historial clínico de cada paciente. A veces, hay que probar distintos rubros de la psicoterapia para encontrar el que mejor se adapte a las necesidades del adicto.
La terapia
Nosotros te ofrecemos tanto terapia individual como grupal, el objetivo es que el adicto se sienta identificado con otros que están pasando por la misma situación. Sin la intención de que se sienta juzgado o expuesto, aquí lo que queremos es que tome conciencia, recupere su amor propio y que pueda mantener ocupada su mente, lejos de pensamientos que le amargan la vida.
Hoy es buen día para que empieces a tener la vida maravillosa que te mereces, en la que los sentimientos de culpa no estarán invitados, pero tampoco la autoexigencia ni el autocastigo. No te mereces eso y lo sabes, no lo normalices, apegarse al rol de víctima, lo único que te traerá es un sufrimiento permanente.