Hablar de una adicción y de una adicto, es mucho más que imaginar a una persona presa de las drogas. Por supuesto, que el enfermo tiene una lucha constante, pero, ¿Qué hay detrás? No sólo sufre él, sino también su familia. Pocos hablan de la codependencia que se crea en estos casos. Ser testigo de cómo un ser querido se pierde a causa de una sustancia o un comportamiento compulsivo, es muy desgastante, pero se vuelve peor cuando no posees la suficiente inteligencia emocional.
Desde luego, aquí no se trata de juzgar a nadie, el objetivo es crear conciencia y romper con ese tabú de que los familiares no necesitan ayuda para ayudar a un adicto. Pero, ¿Cómo saber si eres un codependiente? Echemos un vistazo a la historia, este término surgió en los años setenta, todo empezó cuando empezaron a llamar así a cualquier familiar, amigo o pareja, de los alcohólicos. El codependiente se puede identificar porque se deja en el último sitio de sus prioridades con tal de corregir, cuidar y hasta querer salvar al adicto.
El problema no es querer ayudar, el problema es que el codependiente familiar termina envuelto en un conflicto tras otro, cada vez que el adicto tiene una recaída. Lo peor es que muchas veces sufre en silencio, ya que se esfuerza en aparentar que todo está bien y que las conductas del adicto no interfieren en su vida cotidiana.
La codependencia no es normal
Lo cierto, es que la codependencia familiar se ha normalizado tanto, que siempre algún integrante toma ese rol y se desgasta a nivel mental, físico y emocional. Es muy doloroso, porque como codependiente ignora que también está cayendo en comportamientos compulsivos, su autoestima se ve afectada e incluso su identidad. De pronto, toda la energía del familiar se ve drenada, es el adicto lo único que importa. Parece que está de más que diga que esto se trata de una relación enfermiza, pero no, porque a estas alturas hay quienes no le ven nada de malo.
Es posible que para algunos sea duro leer lo que diré a continuación, pero no hay peor error que creer que puedes salvar a un adicto, por más amor, determinación y perseverancia, no será suficiente, si el enfermo no pone de su parte y muchas veces la mejor manera de ayudar a que salga de ese infierno, es cerrándole las puertas, aunque duela y mucho. Sin embargo, el adicto, necesita comprender la pérdida, darse cuenta de que su comportamiento tiene graves consecuencias y que puede seguir siendo premiado después de ser tan irresponsable en ese aspecto.
Cómo sufre un familiar siendo codependiente de un adicto
A muchos les preocupa muchísimo que los etiqueten en este término de codependencia, pues en el fondo saben que algo no está bien, pero ignoran la señales porque no quieren escuchar que también necesitan ayuda. Una persona que es codependiente ya ser la pareja, amigo o padre del adicto, simplemente está esperando que el enfermo reaccione para actuar ante sus peticiones, su objetivo es resolverle sus necesidades cuanto antes.
Lo preocupante es que la codependencia se disfraza tan bien que la mayoría de las veces no se percibe rápidamente. Si tú eres un ser querido de una persona adicta, te invito a que te cuestiones, ¿Estás poniendo las necesidades de esa persona por encima de las tuyas? Es posible que ya lleves un tiempo descuidando tu bienestar, con tal de que esa persona no la pase mal, porque de alguna manera victimizas su situación, haciendo hincapié en que ya es bastante duro que no pueda vivir una droga o teniendo una conducta compulsiva.
Señales de codependencia a un adicto
En primer lugar, quiero dejar claro que la codependencia se puede hacer presente desde distintos puntos. Sin embargo, hay algo en general, la persona que lo padece siempre se deja de lado con tal de cumplir con las necesidades de la otra persona. De alguna manera, empieza a perder su identidad, porque sus pasatiempos ya no importan. No obstante, el codependiente rara vez está en calma, al contrario, su mundo se vuelve un caos constante.
Esto significa que sólo está pendiente de lo malo que le pueda pasar al adicto, se preocupa demasiado y eso causa que sus niveles de ansiedad se desborden. No le interesa nada más que cuidar al otro e ignora su intuición, no se escucha, esconde sus sentimientos y al mismo tiempo se siente culpable, porque algo le dice que no está dando lo suficiente. Por supuesto, el codependiente no se da cuenta, pero cada vez se va quedando más solo, su círculo de amistades se reduce notablemente y empieza a alejarse de cualquier tipo de convivencia.
Los pensamientos negativos llevan al codependiente a vivir períodos de depresión, de los que la mayoría de la gente no se da cuenta, porque frente al resto adopta el rol del salvador. Sin embargo, vivir en esa toxicidad hace que su estado de ánimo sea cada vez más cambiante. El codependiente se vuelve retraído, está exhausto y con la autoestima por los suelos.
El rescatista que se hunde solo
Es muy complicado que un codependiente acepte a la primera que depende de la situación del adicto para vivir su día a día. Se le mete tanto la idea en la cabeza de que tiene que rescatar a la persona, que cada vez se hunde más y más. No se da cuenta de que solucionando los problemas del adicto no lo está ayudando, sólo está asumiendo responsabilidades que claramente no le corresponden y que lamentablemente facilitan que el adicto caiga una y otra vez en las drogas.
Aunque suene duro, el codependiente se vuelve un obstáculo para que el adicto se recupere, porque inconscientemente sigue haciendo todo para que lo sigan necesitando. Si el adicto se recupera, trabaja en su amor propio y se reintegra a la sociedad, ya no va a necesitar de su familiar codependiente. Entonces, ¿Qué hará?
Esa es la razón por la que hay que consultar un experto en adicciones, indudablemente con la terapia salen a la luz este tipo de situaciones. Hay que tener en cuenta que un adicto, es un enfermo, no tiene el control y su meta es seguir consumiendo o teniendo la conducta compulsiva, así que no va a sanar si le ponen todo en la mano o si creen sus mentiras. La persona codependiente tiende a confiar ciegamente en el adicto, pero no se da cuenta de que este no está en sus cinco sentidos y que bajo el efecto de sustancias su comportamiento puede ser otro.
He visto codependientes familiares que se aferran tanto a la idea de que ellos pueden sanar a la persona que no escuchan nada más, poniendo en riesgo su propia vida.
La codependencia es curable
La buena noticia es que ser codependiente tiene cura, pero como experto en adicciones, tengo que ser honesto y decirte que no será un proceso fácil. Siempre digo, es más difícil desaprender todo lo que nos han hecho creer durante una vida entera. Hay que invertir tiempo, esfuerzo y mucha determinación. Desde luego, no se trata de un proceso lineal, las altas y bajas estarán a la orden del día, pero la clave es no dejar el tratamiento a mitad del camino.
Algo que he visto en casos de pacientes anteriores, es que es muy común que cuando el familiar codependiente sana, también el adicto. Esto no quiere decir que el familiar sea el culpable de su adicción, pero al dejar de ser codependiente pone límites y evita que el paciente enfermo haga su voluntad. El hecho es que dejar de ser codependiente, es trabajar profundamente en los apegos y los traumas que vienen arrastrando desde el pasado.
El amor propio es la parte de todo, el codependiente necesita reconocer sus cualidades y aceptarse sin tener que pensar que no es suficiente. Por medio de la psicoterapia y distintas técnicas puedes recuperar tu esencia y elegirte en primer lugar, eso no te hace mala persona. Es muy común que las personas codependientes asuman que eso es sinónimo de ignorar a sus seres queridos, pero no. Puedes querer a alguien y de igual manera mostrarle límites.
El dolor de amar a un adicto
Un día a la vez, eso es lo que dicen cuando se está en la lucha contra las drogas. Pues el familiar también se siente así, es muy doloroso ver cómo alguien que viste crecer es tan dependiente de una sustancia o un comportamiento compulsivo. La impotencia, desesperación, frustración y la culpa, no avisan, llegan y te sacuden la vida entera. Sin embargo, la resiliencia es lo único que te hará salir victorioso.
Tal vez como familiar, pareja o amigo, no lo percibas, pero al ser codependiente hace lo imposible por tener la aprobación del otro, porque de lo contrario experimenta un vacío. Sin embargo, otra cosa de la que no hablan respecto a la codependencia, es esta necesidad urgente de tener todo bajo control. Es por ello, que se vuelve un vicio el estar controlando cada paso que da la otra persona.
Amar a un adicto y ser codependiente es hacerte responsable de sus emociones, como si en verdad eso fuera posible, pero en ese momento tu mente te miente y experimentas su dolor, por eso se vuelve tan indispensable para ti buscar una manera de sanarlo, quieres darle la felicidad que hace tiempo perdió, pero que no hace nada para recuperar.
Cómo afrontar una relación codependiente
Es muy posible que una relación codependiente pueda sanar, sobre todo, si ambos lados están dispuestos a tomar las riendas de su salud mental y emocional. De manera general, te puedo explicar el proceso de sanación:
Primeramente, es indispensable reconocer que te has convertido en un ser codependiente, es un problema que claramente ya se te salió de las manos y que no ayuda en nada para que el adicto salga de su situación. Desde luego, que vas a sentir mucho miedo, porque hace tiempo te perdiste, no es fácil volver a verle la cara a tu independencia, es un proceso duro, se trata de reencontrarte contigo mismo.
Es indispensable que quede claro que ayudar a un adicto es una decisión que no te agota la vida, un acto de bondad en el que no tiene que intervenir la manipulación del otro. No es necesario que tengas que vivir un chantaje tras otro, para que demostrarle a ese ser querido que te importa. No hay nada más sanador que poner límites, que respeten tu espacio, tu modo de ver la vida y que no tengas que sentir que si no haces algo, vales menos.
Cómo identificar si un adicto te está manipulando
No te ciegues, por más amor y aprecio que le tengas a tu ser querido, siempre existe la posibilidad de que te manipule con tal de conseguir mantener su adicción. Es triste, decepcionante y quisieras que no fuera cierto, pero no puedes ceder ante sus caprichos y menos si tiene una actitud grosera.
De alguna manera, el adicto necesita tener el poder, ya perdió toda su estabilidad debido a las drogas o el comportamiento compulsivo y manipula a sus seres queridos para sentir que es independiente. Por supuesto, la situación se pone peor cuando el deseo del adicto es cubrir esa necesidad que le exige su organismo, porque deja de lado valores y cualquier otro tipo de compasión, sólo le interesa obtener su recompensa.
Cabe destacar, que una adicción tiene un efecto psicológico y físico a un nivel incontrolable, así que es capaz de mentir y cambiar contextos con tal de salirse con la suya. El adicto no tiene un razonamiento lógico, así que a la ahora que toma una decisión ignora cualquier tipo de riesgo o las consecuencias que esto implique. Están obsesionados por saciar sus ganas y nada a su alrededor les parece más relevante.
Es muy habitual que el adicto haga sentir culpable a sus seres queridos, al grado de que estos piensen que ellos son los que están mal.
Cuando el adicto controla la situación
Las tácticas que emplea un adicto son infinitas, su objetivo es tener el dominio y por eso deja claro que su estado es lo único que importa. Definitivamente, alguien que es preso de las drogas no hace distinciones, lo mismo manipula a amigos, familiares, pareja, conocidos, quien se lo permita.
Una de las primeras señales de manipulación es cuando plantean situaciones deprimentes, en las que claramente se victimizan para conseguir un beneficio económico y de esta manera pueda seguir manteniendo su vicio. A veces, planea tanto su mal comportamiento que crea conflictos entre familiares, para después tomar el papel de mediador y de esta manera ganarse la aprobación de alguno de los dos lados, para posteriormente pedirle un favor a cambio.
Eso es la parte pacífica, pero si el adicto empieza a sentir que su ser querido le pone límites, lamentablemente puede llegar al grado de la agresividad. Es decir, humillar o asustar al otro para que termine cediendo ante lo que quiere. Su juego está claro, sólo quiere seguir consumiendo y punto.
Particularmente, en el caso de los adictos a sustancias, pueden tener cambios alarmantes, pues empiezan a golpear a su alrededor, aventar cosas y demás, porque quieren intimidar. Aunque, también están los adictos que caen en el chantaje, se alejan de todo y se sumergen en una aparente depresión, amenazando con hacerse daño e incluso acabar con su vida. En esos casos aprovechan para reprochar y hacer que el otro se sienta tan culpable que no le quede otra opción que bajar la guardia.
Cómo vencer la manipulación de un adicto
Antes que nada, quiero dejar claro que eres tan importante como tu ser querido adicto, el hecho de que él sea dependiente de una sustancia o que tenga conductas compulsivas no es sinónimo de que debas ignorar lo que sientes. Ponerle límites te ayuda a protegerte de cualquier daño que te pueda hacer de manera consciente o inconsciente. Un adicto no entiende de razones y rara vez toma en cuenta tus deseos, no sacrifiques tu felicidad por alguien que te trata así.
Es posible, que en el momento sea capaz de prometerte que va a cambiar, pero basta con que pase tiempo para que vuelva a hundirse en su adicción. Por ello, te recomiendo que lleves a cabo los siguientes consejos, te ayudarán a lidiar con su manipulación.
Decir que NO
Primeramente, tienes que aprender a decir No, sé que no es fácil y que cuando llevas toda una vida cediendo a sus antojos, se vuelve muy complicado. Sin embargo, práctica todos los días. No es tu obligación darle dinero ni solucionarle sus problemas. Desde luego, no hay necesidad de alzar la voz o usar lenguaje ofensivo. Sé claro y mantén tu palabra, porque si ve que dudas en algún punto aprovechará para hacer que cambies de opinión.
El hecho de que establezcas una distancia entre ambos también es válido, en especial si ya te desgastaste demasiado y no ves cambios. Puedes amar a una persona y de todas maneras alejarte, porque sabes que la relación que tienen no es sana y que su compañía no te beneficia en nada.
Para ello, tienes que abrazar tu amor propio, cuidarte por encima de todo, hacer ejercicio, disfrutar de tus pasatiempos, encontrar un refugio a nivel espiritual. Si tú como familiar de un ser adicto estás bien contigo mismo, será mucho más fácil protegerte. Por supuesto, no se trata de entrar en guerra, todos estos consejos se pueden emplear desde el amor y es completamente válido que te des tu lugar.
Cómo ayudar a un adicto
Seguramente, a estas alturas ya te diste cuenta de que hay actitudes muy nocivas y que las has normalizado durante un largo tiempo. Sin embargo, ser codependiente de un adicto no es sano para ti ni para él, lo único que pasará es que vas a contribuir a su adicción, aunque no lo hagas con esa intención. Puede que suene un poco duro, pero no puedes permitir que tu mundo gire alrededor de alguien dependiente de algo más.
No te corresponde a ti salvarlo y aunque lo intentes no lo vas a lograr. Tener la valentía de hacer un cambio en la vida y buscar la rehabilitación es para aquellos que en verdad lo quieren. Además, es indispensable que un experto en adicciones guíe tus pasos, para que el proceso pueda tener resultados positivos.
Una de las principales cosas que fallan a la hora de apoyar a un adicto durante su proceso de sanación, es la falta de comunicación. La única manera de desarrollar una relación sana es poniendo sobre la mesa lo que ambas partes experimentan. En especial durante el período de desintoxicación, pues el adicto tiene que lidiar contra la abstinencia y ahí las cosas se pueden poner muy complicadas, sobre todo, porque hará todo para huir y la manipulación será un hecho.
De ahí la importancia de la terapia conductual y la continuidad que se le dé al tratamiento. De nada sirve que al principio se muestre con toda la intención y a la menor oportunidad deje de asistir. Sería muy irresponsable de mi parte decir que salir del infierno de las drogas es fácil, no voy a sonar como esos tratamientos milagrosos que no trabajan profundamente las emociones de sus pacientes.
¡Libérate!
Liberarse de una adicción es luchar contra todos los miedos en el ambiente, tanto el adicto como los familiares. Es un compromiso en el que ambas partes deben desaprender todos los días y trabajar duro para que su vida esté llena de hábitos saludables. Está de más querer encontrar un culpable, tanto el adicto como el familiar codependiente tienen muchísimo que sanar en terapia.
No estás solo, hoy es un buen día para empezar y cambiar tu vida. Deja de querer complacer a los demás, guardar lo que sientes, vivir con ese miedo a ser rechazado o abandonado. No te conformes con relaciones que no te dan felicidad. Cuando entiendas que puedes poner límites y seguir siendo empático, tu mundo será otro.