¿Puede el ejercicio ayudar a vencer una adicción a un adicto? Durante mucho tiempo hemos sido bombardeados con la idea de que ejercitarse tiene grandes beneficios, no sólo físicamente sino también mentalmente. Sin embargo, pocos hablan de lo bueno que es durante el proceso de rehabilitación. Desde luego, no es una fórmula mágica, sería muy irresponsable pensar que con salir a nadar, caminar, correr o realizar cualquier otra actividad física, es suficiente para sanar. Entonces, ¿Por qué es bueno que un adicto haga ejercicio?
El tratamiento para vencer una adicción está formado por varios puntos, primero hay que indagar en la vida del paciente, sus antecedentes, entorno, estado físico, mental y emocional. Para ello es indispensable que se lleven a cabo varias pruebas, es la única manera en la que puedan determinar el tratamiento adecuado.
La actividad física promueve la recuperación de una adicto
Cuando un enfermo por adicciones es intervenido, lo primero que se establece son reglas. El adicto requiere una guía estructurada que lo ayude a vencer la adicción. Es decir, horarios, nuevos hábitos y pasatiempos positivos. De ahí que la actividad física, evita que se presente una recaída. Pues no sólo lo mantiene ocupado por un tiempo, también mejora su estado de ánimo, lo que ayuda a combatir depresión, ansiedad y estrés.
Desde luego, el cambio no es fácil, la mayoría de los adictos se resisten a realizar ejercicio, no le encuentran sentido y al empezar a romper con lo que ya conocen, se asustan. Entonces, argumentan pretextos para salirse con la suya. Ningún adicto deja de consumir la sustancia nociva o tener el comportamiento compulsivo, de la noche a la mañana. Es muy común que durante el proceso de desintoxicación el adicto se sienta sumamente ansioso. Además, le costará mucho conciliar el sueño y sus cambios de humor serán drásticos.
De ahí que una manera efectiva en la que se pueden combatir esos síntomas es por medio de la actividad física. La cual también tiene beneficios a nivel espiritual. Hay que recordar que muchas de las drogas de las que puede depender un adicto son psicoactivas, por ejemplo: el alcohol, la marihuana, la cocaína y la nicotina. Este tipo de adicciones tienen un efecto directo a nivel cerebral, la persona al consumir la droga activa los circuitos de recompensa, es decir, experimenta satisfacción. De ahí que sus ganas de repetirlo son cada vez más grandes.
La droga es una capa de humo, en la que el adicto cree que experimenta felicidad, pero es un efecto momentáneo. Sin darse cuenta de que cada vez que la ingiere, su conducta cambia, no sólo a nivel racional sino también emocional. Todo esto sucede en el sistema límbico, es decir, una parte del cerebro en la que guardamos los momentos buenos, relajantes y placenteros. Por ello, el adicto no tiene tiempo de pensar si está bien o mal, simplemente, quiere hacerlo en exceso.
El cuerpo y el cerebro se habitúan a la droga
En el momento en el que el cerebro y el cuerpo esperan la reacción química, es cuando se produce la adicción, porque al no consumir la droga o tener ese comportamiento compulsivo, experimenta efectos negativos, tales como: depresión, ansiedad e irritabilidad. El adicto siente la necesidad de repetirlo una y otra vez.
En definitiva, la manera en la que destruye una adicción es impactante, sobre todo, cuando se consume a largo plazo. Cuando el cuerpo realiza actividad física, el cerebro también se libera y eso impide que exija la droga. Por supuesto, no se trata de la cantidad, es la calidad. El objetivo no es suplir la adicción con el ejercicio, eso sería pasar de una adicción a otra. Es poco a poco, hasta que se vuelva un hábito.
Beneficios de ejercitarse
La actividad física está a favor de la salud cerebral, pues mejora la habilidad cognitiva y reduce la sensación de ansiedad. Esa es la razón por la que ejercitarse regularmente mejora la capacidad de pensar y buen juicio. Además, tiene beneficios a nivel físico, los cuales se reflejan en el peso, en un período de tiempo corto. Es una manera saludable en la que puedes mantener un balance calórico. Es decir, encontrar un punto medio entre la actividad que se realiza y la cantidad de calorías que se consumen.
En promedio, una persona requiere al menos 150 minutos de ejercicio a la semana, para mantener una buena calidad de vida. De hecho, aquellas personas que llevan una vida sedentaria tienen más probabilidad de caer en el círculo vicioso de las drogas. Si alguien no está listo para realizar al menos 30 minutos de ejercicio al día, lo ideal es comenzar con lo que pueda.
Moverse a favor de la salud mental
Realizar ejercicio diario mejora la calidad de vida del adicto, porque incrementa los niveles de endorfinas, serotonina y dopamina, así como otras sustancias químicas positivas. Muchas drogas tienen este efecto, por eso moverse puede ayudar a contrarrestar sus efectos. Además, beneficia el desarrollo neuronal, lo que permite que haya una mejor conexión entre ellas. Esto significa que la memoria tiene cambios positivos.
Está claro que una adicción esconde un pasado que rara vez se pone sobre la mesa, al menos, no al principio. Sin embargo, por medio del tratamiento adecuado, la psicoterapia y otras herramientas es posible llegar al origen. Lo cierto, es que el adicto suele refugiarse en la droga o el comportamiento compulsivo, pero la actividad física le ayuda a sentirse menos herido.
El adicto suele alejarse de sus seres queridos, dejar sus actividades cotidianas, se hunde en la soledad. Sin embargo, ejercitarse es sinónimo de activación y lo mantiene alejado de su antiguo estilo de vida. Además, tiene efectos positivos a la hora de dormir, reduce el insomnio, la pérdida de memoria y la irritabilidad.
El adicto que hace ejercicio mejora la manera en la que se relaciona por completo, pues empieza a mostrar signos de motivación. Es más centrado a la hora de seguir reglas, planificar y cumplir con sus objetivos. Particularmente, como especialista en adicciones, estoy a favor del Método Minnesota, el cual se ha convertido en mi guía para ayudar a los enfermos en el proceso de rehabilitación. Un modelo que permite indagar en la parte espiritual del paciente y tomarlo como inspiración para vencer la adicción.

Deporte para adictos.
El autoconcepto hace la diferencia
Hasta ahora te he planteado los beneficios que el ejercicio ofrece a nivel físico y mental. Sin embargo, hay una parte muy importante para los adictos. Lo que se conoce como autoconcepto y que ayuda a combatir la adicción de una manera profunda. Pues, la persona empieza a aceptarse con defectos y virtudes. Su valor es único y eso le ayuda a sentirse más fuerte ante un momento vulnerable durante el período de abstinencia.
Lo cierto, es que una adicción provoca que los pacientes pierdan su autoestima, lo cual desencadena apatía a la hora de realizar alguna actividad o tomar una decisión, por más que lo intenten, el control ya lo perdieron y les cuesta aceptar que no pueden avanzar. Sin embargo, con el tratamiento terapéutico y el ejercicio el paciente es capaz de vencer la dependencia.
De acuerdo, a los expertos, la práctica de ejercicio se considera un tratamiento a favor del amor propio. Es decir, mejora la percepción que el paciente tiene sobre sí mismo. No se trata meramente de la parte física, es algo más, cuando empieza a sentirse seguro y no le da miedo empezar a hacer cambios en su vida. Por supuesto, tiene dudas como cualquier otra persona, pero ahora analiza y lo hace, no huye del compromiso. En el momento que un adicto empieza a tener autocontrol, aumenta la posibilidad de que se despida de cualquier tipo de adicción.
Ahora, su tiempo de ocio lo emplea para estar bien, no renuncia a lo que todavía no empieza, si le aterra, prefiere descansar para continuar con más energía. Esto gracias a las actividades aeróbicas y los ejercicios de meditación. Hay actividades para todo tipo de personas, desde simples caminatas hasta clases de pilates, yoga o natación, por mencionar algunas. El principal enemigo de una droga o comportamiento compulsivo, es la implementación de una rutina. Empezar el día con ejercicio, comer a horas específicas, elegir un momento para leer, ver una película o convivir con la familia. Son los primeros pasos para recuperar las ganas por la vida.
El método efectivo para combatir las adicciones
Como especialista en adicciones, me gusta poner las cartas sobre la mesa desde el primer contacto que tengo con los seres queridos del enfermo o con él mismo. Una adicción no se supera en un abrir y cerrar de ojos, se requiere constancia y disciplina para obtener los resultados deseados. Sin embargo, se trata de un conjunto, el ejercicio físico no va a mejorar la vida del paciente a un cien por ciento, es sólo una parte.
Particularmente, me gusta mucho hablar sobre el método Minnesota, pues sus principios se enfocan en recuperar la esencia del paciente, de una manera muy espiritual, a través de los doce pasos. Este modelo le da oportunidad al enfermo de reconocer su adicción de una manera muy transparente, por eso es muy incómodo para quienes no están preparados para lidiar con la verdad.
El síndrome de dependencia es muy duro, el paciente tendrá altas y bajas, en las que lo único que va a querer es tirar por la borda todo. La droga secuestra hasta sus más profundas emociones y deseos. Es por ello que el estrés se vuelve parte de su día a día, la mente y el cuerpo harán todo lo posible para que vuelva a caer. Sin embargo, el ejercicio está vinculado con la felicidad, no es el responsable de la alegría de nadie, pero al menos le devuelve la esperanza al adicto.
La tensión acumulada durante la depuración es muy difícil, no sólo respecto al estado de ánimo del adicto, también suele presentar síntomas físicos que si no son bien manejados por un experto, puede tener consecuencias graves en el período de abstinencia. En esta etapa el adicto se siente perdido, su capacidad cognitiva no es la misma y menos su coordinación.
Qué pasa durante la abstinencia
Hay quienes vinculan la etapa de abstinencia con el mismo infierno. En definitiva, los adictos huyen de vivirla, pero es indispensable cruzar esa línea para poder sanar. El enfermo reconoce que al consumir la droga o tener un comportamiento compulsivo, su nivel de euforia aumenta a un nivel impresionante, entonces cuando el cerebro libera toda esa cantidad de químicos, aparentemente positivos, lo vuelve a exigir una y otra vez.
Sin embargo, al reducir la dosis empieza el desequilibrio, el adicto no lo toma nada bien, pues puede experimentar irritabilidad, problemas de ansiedad, agitación e incluso en algunos casos llega a tener una paranoia inexplicable. Desde luego, los síntomas físicos van desde fatiga, problemas de apetito, insomnio, sudoración, latidos acelerados, entre otros.
Eso sin contar que la depresión es latente, puede tratarse de un par de semanas, meses e incluso un año. Todo depende de la disponibilidad del adicto. Si tú eres su ser querido, te pido, por favor, no intentes ayudar a quien no quiere ser ayudado, porque eso es desgastante y el doble de doloroso. Cada enfermo termina tocando fondo, a veces, hay que permitir que lo haga y con eso le das lo mejor.
El adicto no reconoce nada, lo único que quiere es volver a experimentar esa sensación de bienestar asociada con la droga o la conducta compulsiva. Sin embargo, al estar fuera de su alcance, se altera.
La inestabilidad es un hecho
La buena noticia es que los síntomas de abstinencia son temporales y no en todos los casos es necesario que el adicto cumpla con un tratamiento de residencia, hay muchísimas otras opciones, en las cuales se puede monitorear el avance durante su recuperación. Un programa de asistencia de la mano con la actividad física hace que los resultados se noten rápidamente.
Expectativas contra la realidad
En definitiva, me gusta hacer hincapié en este punto, porque el hecho de que un adicto empiece con su proceso de rehabilitación no significa que sanará con sólo decretarlo. Como experto en adicciones respeto tus expectativas, pero lo mejor es poner las cartas sobre la mesa y ver las cosas de la manera más objetiva posible. Aunque, no agrada decirlo, la reincidencia en los adictos es muy frecuente. Esa es la razón por la que no se recomienda alejarlo drásticamente de la droga o la conducta compulsiva. Incluso el enfermo en su desesperación puede saltarse hacia el otro extremo, cayendo en una sobredosis y poniendo en riesgo su vida.
Una manera sana de distraer la mente
En el momento en el que el deporte se convierte en un hábito, la rehabilitación se vuelve menos pesada, pues durante el proceso se liberan hormonas que reducen los niveles de estrés, ansiedad e incluso depresión. Esto no significa que el resultado será mágico, pero, al menos, la alegría se hace más visible. Como especialista en adicciones, considero que la actividad deportiva se puede considerar anestesia natural, la cual también mejora la salud emocional.
Lo cierto, es que es muy normal que el paciente se sienta el doble de ansioso durante el período de abstinencia. De ahí que se recomienda prestar atención meticulosamente a su proceso, pues las altas y bajas serán un hecho. El enfermo está entrando a un nuevo estilo de vida, se tiene que adaptar y hay que respetar su proceso, de nada sirven las quejas o las críticas que claramente no le ha pedido a nadie.
Entonces, la actividad física ayuda a reducir la tentación de cualquier sustancia u otro tipo de comportamiento compulsivo. Esto porque hace que la mente se mantenga ocupada y que el cuerpo de alguna manera se agote. Ya no queda mucha energía para caer una y otra vez en la adicción. Eso sin contar que hacer ejercicio regenera las células cerebrales.
Como ya he mencionado en otros artículos, cuando alguien es adicto a una sustancia o tiene un comportamiento compulsivo, suele caer en esta dinámica en la que busca una recompensa a nivel cerebral. Curiosamente, sucede lo mismo con el ejercicio. Así que esa necesidad queda reemplazada y mejora la autoestima.
El ejercicio como enemigo del insomnio
Hay una relación de la que pocos hablan entre la dificultad para conciliar el sueño y las adicciones. Hay que destacar que los trastornos mentales están asociados con el insomnio y es por ello que la actividad física se convierte en una gran salida, pues el agotamiento durante el día permite que descansar sea una realidad. Cuando una persona cumple con sus ocho horas de sueño, tiene más mecanismos de defensa y autocontrol, lo que reduce la probabilidad de que vuelva a caer en la adicción.
En definitiva, la actividad física es una manera constructiva de combatir las adicciones, pero no es lo único, se requiere apoyo médico, terapéutico y familiar. Si alguno de estos puntos no está en el mismo canal, el período de rehabilitación es muchísimo más lento. Además, el ejercicio promueve el trabajo en equipo, lo que es indispensable en los grupos de ayuda.
Un enfermo requiere equilibrio, es el principal objetivo, por ello, se hace tanto hincapié en las rutinas. El deporte ayuda a que el paciente sea más disciplinado en todos los ámbitos de su vida. Son tres las claves para alcanzar la sanación: salud física, social y psicológica. Una vez que ese triángulo está en orden, el paciente es más consciente de lo que le beneficia y lo que no. Esto aumenta su lado independiente y, por lo tanto, el deseo de mantener hábitos saludables aumenta.
La drogodependencia es un enemigo que no hace distinciones, esa es la razón por la que si quieres ayudar a un enfermo, lo primero que debes hacer es dejar de lado los prejuicios y convertirte en un apoyo de verdad. Aunque, si tú eres el que está luchando contra alguna sustancia y ya agotaste todas tus puertas, déjame decirte que no estás solo. Te puedo guiar por medio de técnicas comprobadas e integrarte a los grupos de psicoterapia en los que eventualmente podrás encontrar una familia simbólica.
Pon tu caso en las manos de un experto y notarás cómo la estructura te cambia la vida. Ya tomaste la decisión más difícil, salir de la adicción y debo decirte que no cualquiera lo hace, siéntete orgulloso. De cualquier manera, estoy aquí para apoyarte.