Te invito a que hagas un análisis, ¿Qué es lo primero que piensas cuando alguien habla de alcohol? Está tan normalizado su consumo que es prácticamente imposible no pensar en gratos momentos al lado de tus seres queridos. En las festividades no pueden faltar un par de copas para brindar por las buenas noticias, es lo que pone el ambiente y se ha vuelto indispensable a la hora de socializar. Lo que nadie te dice es que de acuerdo a las cifras que comparte la Organización mundial de la salud, al menos 283 millones de personas mayores de 14 años tienen un trastorno por consumo de alcohol.
Trastorno por consumo de alcohol
En definitiva, el consumo de alcohol tiene consecuencias graves en la cotidianidad de las personas. Se determina que alguien sufre de alcoholismo cuando no puede dejar de beber, no tiene autocontrol, necesita de la sustancia psicoactiva para experimentar bienestar.
Riesgos de caer en las redes del alcoholismo
Lo que comienza como un pasatiempo al lado de amigos o conocidos, se puede convertir en un infierno difícil de abandonar. Al principio, son un par de tragos, pero conforme avanza el tiempo aumenta la cantidad, la frecuencia e incluso la rapidez con la que se ingiere alcohol. Desde luego, todas las personas están expuestas a ser alcohólicas, pero hay ciertos comportamientos que aumentan el riesgo.
Para empezar, las personas que consumen alcohol a muy temprana edad, tienen más posibilidades de desarrollar una adicción que se intensifica en la edad adulta. De igual manera, influye el contexto en el que se desenvuelve el paciente, ¿Cómo son los familiares?, ¿Qué antecedentes tiene? Por lo regular, cuando alguien ya es alcohólico en su entorno, tiende a heredar los patrones de consumo a las siguientes generaciones.
Por otro lado, no hay que excluir los problemas mentales y emocionales, estos son foco rojo respecto al alcohol, pues muchos evaden su realidad con los efectos de esta sustancia. Las encuestas no mienten, una gran cantidad de alcohólicos tienen trasfondos duros, es decir, heridas infantiles no sanadas.
Señales de que estás viviendo una adicción al alcohol
Te lo digo honestamente, no es normal que todos los días requieras ingerir alcohol, aunque sea un poco, para combatir los síntomas de estrés, ansiedad o depresión. Es como si pusieras una venda sobre la herida nada más, no va a sanar, quizás no esté tan expuesta o ya no sangre, pero no significa que vaya a cicatrizar sólo por vendarla. Eso es lo que sucede cuando el adicto se desconecta de su realidad a través de un par de copas. Analicemos las señales de manera más detallada:
Una copa para llevar la vida social
Es preocupante el significado que la sociedad le da a una copa de alcohol, como si fuera un accesorio más en las reuniones, incluso le atribuyen la diversión a sus efectos, de lo contrario, minimizan lo bien que la van a pasar. Si no hay alcohol, la persona lo piensa dos veces, pues le resulta una pérdida de tiempo asistir.
El alcohol contra el estrés
Uno de los errores más grandes que puede cometer una persona, es refugiarse en el alcohol, pues sólo es un calmante momentáneo para el estrés, pero una vez que pasen sus efectos puede poner la situación peor que en un inicio. Un trago no es la solución, es un escape que tiene consecuencias físicas y mentales.
Minimizar su consumo
El primer síntoma de un alcohólico es minimizar sus acciones, no ve nada malo en consumir alcohol de manera continua, por ello, cuando alguien le da una opinión contraria se exalta a tal grado que puede llegar a tener un comportamiento agresivo, todo le irrita y se vuelve intolerante.
Nunca es suficiente
En este punto recordemos lo que se comentó al inicio de este artículo, el organismo se vuelve intolerante a las cantidades de alcohol y esa es la razón por la que conforme pasan los días quiere más y más, sin pensar en las consecuencias. El alcohólico necesita experimentar al máximo esa sensación de que todo está bien y por eso puede beber hasta quedar inconsciente.
El carácter ya no es el mismo
Es imposible que un alcohólico pueda tener el control de sus emociones y su comportamiento. Bajo los efectos de esta droga, su personalidad cambia por completo y pone en riesgo su vida, pues no está en sus cinco sentidos. Es cierto, hay quienes experimentan un efecto relajante, pero también quienes son muy abusivos.
No hay límites
El alcohólico sube de nivel, siempre quiere más y rompe con las reglas establecidas con tal de satisfacer su necesidad. Entonces comienza el juego clandestino, en el que lleva alcohol a todos los sitios que pisa, beber todo el día se vuelve un hábito y esto hace que sea un experto en manipular y mentir para que nadie lo descubra.
Sus decisiones no tienen justificación
No es fácil comprender a un alcohólico, porque sus decisiones rompen con la cordura, simplemente, deja que sus impulsos decidan por él y ahí es cuando no sólo se pone en peligro a sí mismo sino también a quienes lo rodean.
Y bien, ¿te sientes identificado con alguna de estas señales? Quizás estás aquí porque te interesa ayudar a un ser querido, lo cual es digno de reconocerse, pero debo dejarte claro que no es tu responsabilidad que toque fondo. A veces, el adicto al alcohol no quiere ser ayudado y la única manera en la que puedes poner de tu parte es a través de los límites.
Si esa persona está pérdida en el vicio y se niega a recibir ayuda, déjame decirte que puedes salir de ahí. Suena duro, pero en esa situación lo único que te queda es ver por ti, una vez que empieces a hacer cambios automáticamente notarás diferencia en tu familiar o amigo alcohólico, pues ya no vas a estar a su disposición.
Amar también es negarse, poner reglas y, sobre todo, ponerte por encima de su adicción. No es egoísta, confía en tu sanación y escríbeme tus dudas, te puedo guiar en este proceso.
¡No estás solo!